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El acceso que las redes sociales presentan a las empresas o candidatos no tiene precedentes en la historia de la comunicación y el mercadeo político, per también para la privacidad

Las redes sociales son una herramienta para globalizar la esfera pública y que pueda generarse un debate entre personas que no necesariamente se conocen, es sin lugar a duda un canal importantísimo tanto para el desarrollo tecnológico como para la globalización, pero en su corto tiempo y con su gran impacto, empiezan a surgir inconvenientes que de no ser atajados a tiempo, pueden impactar al mundo no digital y generar severas consecuencias.

El día de hoy Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, testificó frente al congreso por el caso de Cambride Analytica, la empresa que utilizó la red social para robar información privada de más de 87 millones de personas a través de una aplicación, y que fue utilizada estratégicamente para la campaña de Donald Trump del 2016, ya que dicha empresa era la responsable de su campaña digital.

Pero el escándalo de Cambridge Analytica no es algo aislado, el FBI tiene abierta una investigación por injerencia extranjera por parte de Rusia en esas mismas elecciones, en las que aprovecharon el funcionamiento de la plataforma para incidir en las opiniones de los ciudadanos estadounidenses a favor de la candidatura de Donald Trump.

Todos estos escándalos han generado que se ponga en tela de juicio de qué manera afectan las redes sociales a las libertades y la privacidad personal de los usuarios, y hasta qué punto pudiesen socavar la democracia y afectar las decisiones que emanan de la voluntad popular de los ciudadanos.

En estos casos, empresas de data se han valido de hacer campañas pagas para hacer llegar información falsa a votantes que les interesaba captar, y apalancándose en estrategias asociadas a discursos de odio.

Según el periodista de The Guardian Luke Harding, en una reciente entrevista con Moisés Naím, Rusia logró a través de esa injerencia electoral generar una guerra ideológica interna en EEUU, y son ese el tipo de cosas las que generan preocupaciones sobre hasta qué punto las plataformas digitales ponen en riesgo la estabilidad democrática.

El filósofo y pensador alemán Jürgen Habermas decía que las decisiones políticas que toman los ciudadanos, son resultado del debate orgánico que se genera en la esfera pública, dentro del cual se exponen diferentes visiones y la gente elige con qué tendencia se identifica, o por qué candidato votar. Pero ¿Qué pasa cuando la información que se plantea dentro de la esfera pública está manipulada? Que se puede manipular la voluntad de los votantes.

En el año 2014, The Daily Dot publicó un caso de estudio producido por Facebook en el que los estrategas de una campaña revirtieron los resultados de unas elecciones en Florida enfocándose en utilizar avisos pagos en Facebook en los condados de Dade y Broward, donde sacaron 20% más votos que en el resto del estado. Ese mismo año Jonathan Zittrain escribió un ensayo para New Republic en el que afrimó:

Facebook podría decidir los resultados de una elección sin que nadie pudiese enterarse nunca

La evidencia del poder de las plataformas digitales en procesos políticos es abrumadora, y como en todo proceso innovador, está pasando por una fase de profundos errores y cuyos resultados van a definir no solamente el futuro del uso de redes sociales en este tipo de procesos, sino de qué manera se empieza a asimilar la integración del mundo digital con nuestra vida diaria.

Por lo pronto Zuckerberg declaró que no se opondría a una regulación gubernamental de su plataforma, pero ¿Significaría eso más protección de la data privada o más control por parte del gobierno? La información es poder y si Aldous Huxley viviese en la era digital, seguramente tendría material de sobra para una saga entera de Un mundo feliz.

Consultora comunicacional con 6 años de experiencia en estrategia digital y comunicación política, institucional y mediática. Licenciada en Estudios Liberales en la Universidad Metropolitana, Venezuela,...

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