San Guinefort
Illustration of Saint Guinefort

El perro se convirtió en el protector de los niños, por lo que las familias acudían a su tumba y los llevaban para que el espíritu de Guinefort los sanara o cuidara de cualquier mal.

Un santo en aquel “elegido por Dios”, o al menos eso significa en hebreo dicha palabra. Estos hombres y mujeres son destacados por sus atribuidas relaciones especiales con las divinidades o por una particular elevación ética, sin embargo, durante la época medieval de Francia se le rindió culto a un perro.

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Guinefort era el perro de un caballero en Francia, el cual al salir de cacería dejó a su pequeño hijo al cuidado del can, a su regresó encontró la casa desordenada y al perro con manchas de sangre; al no encontrar a su hijo creyó que el perro lo había matado a mordidas, así que tomó su espada y lo asesinó en venganza.

De pronto escucho el llanto de su hijo, el cual se encontraba sano y salvo debajo de su cuna y junto a éste el cadáver de una serpiente que Guinefort había matado para salvar al niño.

En honor a la hazaña del can, el caballero lo sepultó en su sitio donde construyó un santuario para venerar a su mascota.

Esta veneración trascendió más allá y los vecinos comenzaron a visitar el lugar y a honrar al perro como un mártir, según el relato de Esteban de Borbón, un inquisidor dominico del siglo XIII.

El perro era considerado como el protector de los niños por lo que las familias acudían a su tumba y los llevaban para que el espíritu de Guinefort los sanara o cuidara de cualquier mal.