El sinfín de modelos de mascarillas para protegerse del COVID-19 ha permitido la exploración para todo los usos. Especialmente las personas que hacen ejercicios al aire libre se han visto inclinadas a usar mascarillas con válvulas a fin de facilitar la respiración.
Entre la búsqueda de alternativas de protección, durabilidad y comodidad las personas prueban opciones. Las mascarillas con válvulas son unas de ellas, pero existen muchas evidencias que parecen no darlas como una buena opción.
Ciertamente esa ventaja de respirar mejor es posible, pero más allá de la comodidad existe la verdadera protección. La razón por la que la mascarilla se usa es para evitar la propagación de coronavirus a través de las gotas respiratorias. Sin embargo, las mascarillas de válvulas no son eficaces en ese sentido.
Reciclando gérmenes
Los expertos explican que las mascarillas con válvulas no son adecuadas porque esa válvula podría estar rociando los gérmenes de las personas cada vez que exhala. En ese sentido, el aire exhalado no se filtra de ningún modo y pasa al exterior en forma de gotículas contaminadas en el caso de las personas contagiadas con COVID-19. De esa forma estarían compartiendo el virus con las personas alrededor.
Por otro lado, la fuerza de la exhalación contra la pequeña abertura de la válvula es capaz de formar una corriente de gérmenes de alta presión que se expulsa al aire circundante.
Esta es la razón por las que estas mascarillas entran en la calificación EPI: Equipos de Protección Individual, ya que crean una barrera de protección unidireccional. Las mascarillas EPI tienen como finalidad filtrar el aire inhalado evitando la inhalación de partículas contaminadas.
Debido a estas evidencias la protección con las mascarillas de válvula no está garantizada. Es así que algunas ciudades han prohibido su uso en la población común. Sin embargo, en los profesionales que pasan muchas horas en los centros de salud sí están recomendadas, bajo ciertos usos adicionales.