Aunque la construcción es un pilar de crecimiento urbano, se tambalea en algunas ciudades de Carolina del Norte, donde el temor, los bajos salarios y la escasez de mano de obra se han vuelto el día a día de los trabajadores latinos. La Noticia habló con varios constructores, quienes aseguran que el concreto sigue vertiéndose, pero con menos manos que antes. Específicamente con un 30 % menos.
Miedo, bajos sueldos y menos manos
Héctor, quien lleva más de tres décadas en el mundo de la construcción residencial, notó esta diferencia. Cuenta que como indocumentado, siempre se ha mantenido bajo perfil, esquivando riesgos de llamar la atención de las autoridades. Tiene hijos que dependen de él en Charlotte y padres a quien ayuda en México, su país natal.
Cuenta que después de tantos años de esfuerzo y desgaste físico, lo que más pesa ya no es el miedo, sino el cansancio acumulado y la obligación de cada vez tener que trabajar más para llegar a final de mes.
“Como quiera un tema es el miedo y el otro es que muchos de nosotros llevamos muchos años trabajando y estamos en edades ‘retirarnos’. Este es un trabajo muy pesado y con los años, el cuerpo no es igual. Entonces, los más jóvenes que nos podrían reemplazar, si tienen papeles, optan por irse a otro campo y si no, tienen miedo de estar en un trabajo cuando ven en noticias que se están llevando a trabajadores y no todos tienen récord”, indicó.
En la construcción, trabajadores prefieren pasar desapercibidos
Para Angélica Thacker, dueña de la constructora PINAM Construction en Durham, la constante preocupación entre obreros indocumentados de ser deportados ha provocado retrasos en proyectos y una disminución del 30 % en la disponibilidad de mano de obra. Explica que varios subcontratistas han comenzado a evitar ciertos lugares de trabajo por miedo a toparse con autoridades.
“Este cambio empezó hace como unos dos meses. Lo comenzamos a notar y preguntamos a contratistas y subcontratistas que han trabajado con nosotros, ¿qué era lo que estaba pasando o a qué le tienen miedo? Nos comentaron que no querían exponerse muchos a áreas donde podrían ponerles un ticket, o donde los pudiera parar la policía. Nos dicen que no quieren ir a proyectos que sean en los centros de la ciudad, pero no tienen problemas con áreas que estén afuera de los condados, donde no haya tanta visibilidad”, comentó.
Añadió: “Hay casos en los que nos dicen ‘ese proyecto no lo vamos a hacer’ y esto nos afecta porque uno no los puede obligar. Uno entienden que se protejan, están en todo su derecho. Y como contratista tenemos proyectos que se atrasan mientras buscamos a un subcontratista que pueda terminarlo”.
Thacker asegura que la diferencia en el ambiente laboral es evidente y en la práctica persiste un clima de incertidumbre, en el que ciudades que antes tenían mayor movimiento de inmigrantes, ahora lucen desiertas.
“A las 7:00 p.m. ya todo está callado. La gente se va derechito a su casa y no quiere salir. Es como una época más intimidante para el inmigrante, más que la primera vez (primer gobierno de Trump). Lo que he estado escuchando es que mucha gente se está yendo del país voluntariamente, incluso subcontratistas han vendido sus negocios y prefieren irse voluntariamente y no que los saquen inesperadamente. Venden y se van. En construcciones donde antes se veía a 50 personas, ahora se ve muchísimo menos”, dijo.
“Tenemos fe en Dios de que no nos va a pasar nada”
Héctor Guerrero, originario de México, trabaja en una empresa de concreto en el centro de Charlotte. Ingresó al país hace casi dos años a través de la aplicación CBP One y asegura que se siente seguro al contar con un abogado y tener un caso activo con inmigración. Sin embargo, lamenta que esta no es la realidad de todos sus compañeros.
“Hay muchas vacantes. Necesitan trabajadores y es por lo mismo que la gente anda como intimidada, con temor de que no sabemos que es lo que vaya a pasar en el día. En mi lugar de trabajo tiene así como un mes. Nosotros nos encargamos de las banquetas, curvas, separaciones de carriles, lo que llaman ‘camellones’ en la ciudad”, indicó.
Estima que de los 45 trabajadores con los que antes contaba su empresa, ahora solo quedan 30. Es decir, el 33 % dejó su trabajo.
“Entre mis compañeros dicen que hace 15 días se llevaron a una persona que trabajaba en otro turno. Yo no he investigado a fondo, pero desde entonces andamos con cuidado y tenemos fe en Dios de que no nos va a pasar nada”, agregó.
El miedo les lleva a aceptar salarios bajos
Guerrero planteó otra situación que enfrentan los trabajadores y es que en algunas zonas, el empleo no escasea, pero las condiciones laborales dejan mucho que desear. Ofertas de contratistas que explotan a sus empleados pagando salarios mínimos que no alcanzan para cubrir el alto costo de vida. Algunos apenas dan entre $10 y $13 la hora.
Alexis Galdamez, quien trabaja en construcción comercial en Charlotte, explicó a La Noticia esta situación:
“En unas áreas no hay personas para trabajar porque tienen miedo de salir de sus casas o porque ya no hay trabajo para inmigrantes y en otras áreas, como son más “seguras” para los trabajadores, le están ofreciendo menos dinero por el trabajo que hacen. Quieren pagarle hasta $12 la hora, que son como $500 a la semana y no alcanza para el costo de vida. Les toca trabajar más y los contratistas se aprovechan de esta situación. No todos, pero sí algunos”.
Galdamez dijo que anteriormente siempre tenía 20 compañeros de trabajo, “ha disminuido como cuatro o cinco personas menos. Pienso que es por el tema de inmigración. Hay muchas personas que no tienen documentos y por eso la situación está muy dura, prácticamente para la mayoría de los latinos indocumentados”.
La combinación de miedo y condiciones laborales desfavorables ha llevado a muchos trabajadores a abandonar el sector.
Fermín Barrón, quien tiene 30 años trabajando en pintura en el área de la construcción, explicó que salarios como $10 y $13 la hora era lo que cobraba hace más de 20 años cuando solo era ayudante. Explicó que la industria se ha visto afectada más por cambios generacionales y factores estacionales que por políticas migratorias.
En construcción: “El inmigrante sigue trabajando”
“El inmigrante sigue trabajando. A veces es por temporada, ya que en invierno baja el trabajo y en tiempo de calor, sube, pero el inmigrante se mantiene y solo el que anda con un mal récord es a quien tienen a la mira… Pero si hay una cantidad de inmigrantes que ya se retiró y la juventud ya no quiere trabajar en la construcción, buscan otro tipo de trabajo”, comentó.
Por su parte, Carmita Vintimilla, propietaria de una empresa de remodelación, afirma que su negocio ha experimentado un aumento en la carga laboral durante el último año. Pero cree que se debe al tipo de servicio que ofrecen, mientras que en constructoras que edifican viviendas desde los cimientos y donde predominan los obreros latinos, es donde puede haber mayor preocupación.
“Conozco a dos trabajadores que no están legalmente en el país. Están en espera y bajo la incertidumbre de qué es lo que va a pasar y con un poquito de temor, pero, por el momento, continúan trabajando”, añadió.
Condiciones de trabajos inseguras en construcción ¿Cómo denunciar?
Para denunciar condiciones de trabajo inseguras, insalubres o informar sus preocupaciones a la división de Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) de Carolina del Norte. Usted puede llenar un Formulario de Queja en línea o llamar al 919 779 8560 o al 1-800-NC-Labor (1-800-625-2267). Si desea reportar un accidente, llame al 919-779-8560.