Rosalie Bocelli Hernández recibió su título como doctora en Educación en el instituto Southeastern Baptist Theological Seminary el 9 de diciembre del 2022. Para la profesional, este doctorado no solo fue el reconocimiento de sus seis años de estudio en la institución. También se trató de una oportunidad para demostrar que la realidad del estudiante inmigrante es muy diferente a la de quienes nacen en Estados Unidos.
Durante su disertación comentó sobre la situación de muchos latinos que vienen a este país y luego desean continuar con su educación. “No es un camino fácil”, explicó la profesional, quien se ha dedicado por más de una década a enseñar a muchos jóvenes sobre las herramientas para obtener éxito en sus estudios.
“Como tengo acento, a mí no me ven igual que a ellos. A nosotros nos toca trabajar más, superarnos más, hacer el doble de lo que un americano tiene que hacer. Esta no es nuestra casa y el que viene de afuera tiene que luchar. Luchar todos los días”, comentó Rosalie a La Noticia.
Podría interesarte: Llegó a Charlotte como obrera y se negó a fracasar: Hoy es una líder que apoya a la comunidad
Debía caminar más de una hora para llegar a la escuela
Rosalie nació en Puerto Rico. Su madre era italiana y su padre de origen francés. Cuando llegó a su adolescencia, su progenitora falleció, dejando a los seis hermanos en manos de su papá, quien se vio obligado a tener dos trabajos para llevar la comida a la casa. Se desempeñaba como profesor en Artes Industriales.
“No había dinero en mi casa y no teníamos el privilegio de autobuses que nos dejaran en el colegio. Así que durante todos esos años tuve que caminar hora y media. Yo llegaba sudada al salón de clases y luego tenía que regresar. Aunque a veces tenía amistades, a quienes Dios bendiga, que me daban 25 centavos y con esto podía tomar el autobús que me dejaba bien cerca de mi casa”, recordó la profesional.
El primer vehículo que obtuvo Rosalie fue cuando ya estaba estudiando Arte y Telecomunicaciones en la Universidad y al mismo tiempo trabajaba en el Departamento de Educación, para cubrir sus gastos. Se graduó en 1993. Tres años más tarde, la empresa Kodak le ofreció la posibilidad de mudarse a Carolina del Norte, y como su esposo no se encontraba estable de salud, ya que venía de luchar en la Guerra del Golfo, consideró que esta era la mejor alternativa.
Adaptarse a un nuevo país fue todo un desafío para Rosalie, para poder continuar sus estudios primero debió adaptarse a su nuevo puesto de trabajo y dedicarse a aprender el inglés. Esta fue su mayor dificultad.
“Yo me levantaba a las 2:00 de la mañana para estudiar y lo hacía hasta las 6:00 a.m. Luego me bañaba, me vestía y me iba para mi trabajo. Por la noche llegaba, me bañaba y me iba para la cama otra vez. Tenía este horario para crearme una disciplina y lo mantuve”, comentó.
Luego, en el 2012, la profesional pudo continuar con su educación formal e inició una maestría en Administración de Empresas. En el 2015 se graduó. El siguiente año comenzó el doctorado en Educación, donde aprendió sobre consejería para la crianza de los niños, uno de los campos donde ayuda a padres e hijos a entender formas efectivas de comunicación.
“Mi padre me dijo que yo era una niña muy bruta”
La dificultad económica no fue el único reto que tuvo que superar Rosalie. Desde Puerto Rico, creció en un ambiente familiar disfuncional y, escuchaba una frase que la marcó, especialmente porque venía de su padre: “No podrás hacerlo”.
Esto se lo decía su padre cada vez que la joven estaba intentando aprender a hablar inglés. Aunque en Puerto Rico la enseñanza del inglés forma parte del sistema de educación pública. Rosalie explica que estos estudios solo le dan una base a los jóvenes, por lo que es necesario estudiarlo de forma autodidacta.
“Mi padre me echó una maldición. Mi padre me dijo que yo era una niña muy bruta. Que no era una niña inteligente y que nunca iba a aprender inglés. Él tenía un IQ de genio, pero su parte social era cero. Tenía esa sombra, esa maldición que me dificultó superarme, porque cuando tú eres niño y esto te pasa, se queda en tu mente. Entonces cuando estaba aquí yo pensaba, ‘yo voy a demostrarle a mi padre que sí voy a poder lograrlo’ y por eso seguí estudiando. Fue difícil, pero yo me empujaba, leía, estudiaba día y noche”, comentó.
Rosalie recuerda que durante sus primeros años en Estados Unidos dedicó sus madrugadas a estudiar el idioma. Colocar notas con palabras en inglés en distintas zonas de la casa, ir a la iglesia con un pastor anglosajón, escuchar solo música en inglés y cohibirse de escuchar el español fueron algunas de sus estrategias para aprender rápido.
“Yo lloraba porque me hacía falta hablar con mi familia. Me hacía falta hablar en español, pero yo necesitaba aprender inglés”, relató Rosalie, quien hoy busca convencer a familias latinas sobre la importancia de sumergirse en el inglés y de prepararse o preparar a sus hijos para que continúen estudiando, como ella lo hizo para obtener su doctorado.
“Me decían ‘regresa a México’ y yo ni siquiera soy de México”
Desde el 2004, Rosalie trabaja en el Departamento de Parque y Recreaciones de la ciudad de Durham. Asegura que cuando llegó a Estados Unidos, el trato que recibía como latina era mejor de lo que esperaba. Sin embargo, considera que esto cambió junto con las leyes en Carolina del Norte, cuando en el 2006 se prohibió a inmigrantes indocumentados obtener una licencia de conducir.
“Eso afectó mucho la visión de muchas compañías, porque en vez de abrazar la cultura latina, lo que hicieron fue pensar que los indocumentados estaban cargando el sistema y entonces empezaron a tratar a todos los latinos como si fuéramos indocumentados. Me decían ‘regresa a México’ y yo ni siquiera soy de México, pero ellos ponen a todos en una categoría y lamentablemente esto fue bien fuerte para mí. Yo tenía que explicarles que venimos aquí a superarnos, pero muchos ignoraban esto”, dijo.
Durante los años en los que Rosalie trabajó entrenando a nuevos empleados, optó por darles un trato igualitario a todo el personal y se negó a utilizar etiquetas como “afroamericano”, “latina”, “rubia”, entre otros.

“Yo los llamaba por su nombre”, asegura que esta estrategia la ayudó a ganarse el respeto de muchos de sus compañeros. Sin embargo, notaba que recibía un trato diferente por parte de algunos de sus supervisores.
“Llegué al punto de decir que no me iba a defender, que los iba a dejar pensar lo que ellos quisieran en vez de ponerme en un debate con ellos. Porque son ellos quienes tienen que aprender a respetar. Ser o no ser documentado no te define. Somos seres humanos que estamos hechos a la imagen de Dios. Así se lo decía y me empezaron a catalogar como religiosa”, comentó.
Destacar por méritos: el consejo de una doctora en Educación
Uno de los consejos de la doctora en Educación para los jóvenes es destacar en el aula de clase por sus méritos, por sus estudios, para demostrar que los latinos “tienen mucho que ofrecer a este país. No solo porque hablen dos idiomas, sino que también porque son personas muy inteligentes”.
“Yo luché contra viento y marea y lucho porque no le pongan etiquetas a nuestra gente por estar indocumentada. Estudiar en Estados Unidos y ser latinos ya es desafiante, porque no se tienen todos los recursos y hay latinos que se aprovechan de otros latinos. Entonces mi consejo es: vaya a estudiar y aprenda el inglés porque esto lo va a ayudar a evitar muchos problemas”, recomendó.