Tener una base sólida de ahorros sobre la cual sostenerse ante una eventual emergencia es parte de todo plan financiero, ya que permite tener paz mental y poder concentrarse en objetivos a largo plazo como la jubilación o, por ejemplo, la universidad de los hijos.
Es por esto, que la popular página de finanzas personales GOBankingRates realizó un estudio a más de 5.000 adultos estadounidenses y encontró que 57% de ellos afirma tener menos de $1.000 de ahorros al momento de participar en la encuesta. De hecho, un 39% afirma no tener ningún monto como ahorros.
En Carolina del Norte específicamente, aquellos con menos de $1.000 en ahorros representan el 61% de los encuestados, que es una mejora significativa a los resultados del 2016 cuando en esta categoría se encontraba 79% de la población.
Paralelo a esto, las tasas de ahorro de la población de Estados Unidos se encuentran en su nivel más bajo desde el 2007, año anterior a la crisis financiera del 2008, según reportes de la Reserva Federal. Esto puede tener efectos adversos importantes para la economía, ya que buena parte del crecimiento económico en nuestro país, ha venido gracias a un mayor consumo impulsado por esta caída de las tasas de ahorro.
En momentos de crisis, la reacción de la mayoría de las personas es recortar gastos en la medida posible. Esta situación es evidente cuando para el 2009 la tasa de ahorros llega a 7.1%, un aumento importante comparado a un 2.2% en el 2007. Una vez los consumidores retoman confianza en la economía, se sienten más cómodos realizando más gastos, lo cual impulsa la recuperación económica.
El problema es que los consumidores tienen ahorros y recursos finitos, como reconoce el economista Omar Sharif, del banco de inversión francés Societe Generale; y su impacto en Estados Unidos es enorme: 70% de la economía depende del consumo privado.
El consumo privado, como componente de la economía de un país, se refiere al valor de los bienes y servicios que fueron adquiridos por los hogares, empresas, e instituciones privadas. Aunque un aumento del gasto de las empresas (por ejemplo, a través de aumentos de salario) podría ayudar a contrarrestar el impacto en la caída del consumo de las personas, Sharif afirma que éstas no tendrían el suficiente músculo para lograr este objetivo.