Reatna Taylor tenía un gran sueño de convertirse en médica de atención primaria cuando ingresó a la Universidad Johnson C. Smith. Se graduó en el 2015 con una licenciatura en biología. Una beca parcial cubría la mayor parte de su matrícula, pero aún tenía que sacar $54,000 en préstamos estudiantiles para cubrir todos los demás gastos que conlleva ser una estudiante universitaria.
Sus padres son de Panamá. Debido a que fue la primera de su familia en asistir a una universidad de cuatro años, no entendieron lo caro que iba a ser.
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“No creo que ellos entendieran cuánto costaba la universidad”, dijo Taylor, “porque mi mamá había abierto un fondo de ahorros para la universidad para mí y mi hermano, pero tenía alrededor de $2,400, tal vez, cuando me gradué”.
Taylor continuó su educación en UNC-Chapel Hill, e hizo una maestría en salud pública. Eso le costó otros $52,000 al año. Al graduarse, había acumulado $185,000 en préstamos estudiantiles.
En parte se debió a que pagó la matrícula fuera del estado y se había atrasado en los pagos de préstamos anteriores. Como no los había consolidado, su interés variaba de un prestamista a otro. Esta deuda es en parte la razón por la cual dejó en pausa su sueño de convertirse en doctora.
Taylor ahora trabaja como nutricionista para el condado de Mecklenburg. También es una nueva mamá que actualmente está con permiso postnatal. Así que aprovechó la moratoria en los pagos de préstamos estudiantiles federales para tener más dinero para cuidar a su familia.
“Ha sido un gran alivio no tener que pensar en otros $1,500 al mes que tuvieran que ir a otro lugar en vez de pagar por cosas que necesitamos”, dijo.

El Departamento de Educación puso en pausa los pagos de préstamos estudiantiles federales y los intereses al comienzo de la pandemia de coronavirus. Los prestatarios no necesitan suscribirse y no serán penalizados por saltarse los pagos. Se suponía que la moratoria terminaría el 31 de enero, pero poco después de asumir el cargo, el presidente Biden aplazó la fecha límite hasta el 30 de septiembre.
A nivel nacional, hay $1.5 billones en deuda de préstamos estudiantiles. Los prestatarios solo en Carolina del Norte deben $44 mil millones, según Rochelle Sparko, directora de política de Carolina del Norte en el Centro de Préstamos Responsables (The Center for Responsible Lending).
Sparko dice que Carolina del Norte refleja lo que está sucediendo en Estados Unidos, con estudiantes afroamericanos y latinos pidiendo préstamos a tasas más altas: el 90% de los estudiantes afroamericanos y el 72% de los estudiantes latinos obtienen préstamos estudiantiles, en comparación con el 66% de los estudiantes blancos. Sparko dice que esto se debe a que tienden a carecer de ‘riqueza generacional’ para pagar por la universidad.
“Debido a la falta de ‘riqueza intergeneracional’, los prestatarios afroamericanos están comenzando sus carreras en desventaja y tienden a tener más deuda”, dijo Sparko. “Se enfrentan a ganar menos en el mercado laboral que sus colegas blancos. Y así, su capacidad para pagar la deuda de sus préstamos estudiantiles también puede verse afectada por el racismo institucionalizado”.
De hecho, el Centro para Proteger a los Alumnos con Préstamos Estudiantiles (Student Borrower Protection Center), un grupo de defensa del consumidor, analizó los códigos postales de las principales ciudades de Estados Unidos y descubrió que el ingreso medio de los hogares blancos es al menos 10 veces más que el ingreso medio de los hogares afroamericanos y latinos, lo que hace que los estudiantes blancos tengan más probabilidades de recibir ayuda de sus familias para pagar la universidad.
Una vez que llega el momento de pagar sus préstamos, los prestatarios afroamericanos y latinos tienen más dificultades para mantenerse al día con los pagos, especialmente si viven en comunidades predominantemente pobladas por minorías. Los prestatarios afroamericanos y latinos que viven en su mayoría en comunidades afroamericanas y/o latinas tienen cinco veces más probabilidades de no poder pagar sus préstamos. Sparko dice que esto puede evitar que compren una casa, un carro, e incluso más préstamos para empresas.
“En el caso de, por ejemplo, los préstamos PPP, que eran para pequeñas empresas durante la pandemia, si tuvieras un préstamo estudiantil en el que no hiciste los pagos, es posible que no hubieras sido elegible para obtener un préstamo para mantener tu negocio a flote”, ella dijo.
Esta espiral descendente es lo que Joshira Maduro se ha esforzado por evitar. Durante ocho años ha vivido con sus padres, con un presupuesto estricto, pagando sus $132,000 de la deuda de préstamos estudiantiles.
Maduro se graduó de la Universidad Lehigh en Pennsylvania con una licenciatura en finanzas y marketing. Es la primera de su familia en asistir a una universidad de cuatro años en Estados Unidos. Su madre es del Caribe y su padre es de los Países Bajos. Fue a la escuela en el extranjero, donde la educación superior no era tan cara. Entonces, cuando Maduro terminó la escuela secundaria, ella y sus padres no tenían ni idea de cómo pagar por la universidad.
“Los hijos de sus colegas iban a la escuela de leyes y contrajeron una deuda de $200,000”, dijo Maduro sobre su padre. “Y entonces él creía, ‘Está bien, bueno, si necesitas tomar un (préstamo) de $100,000, parece que es natural. Sacas más de $100,000 de deuda y no se siente como algo raro”.

La matrícula en la Universidad Lehigh era casi tan alta como la de Harvard, casi $55,000 al año en 2020, pero ella se enamoró del campus después de visitarlo cuando estaba en la secundaria. La falta de conocimiento financiero es una de las razones por las que la deuda de préstamos estudiantiles es tan alta entre los afroamericanos y latinos, según los expertos. Maduro dice que su familia no sabía que los préstamos federales eran una opción, por lo que su padre le dijo que pidiera un préstamo a un banco. Con préstamos privados, no pudo aprovechar la moratoria de pagos por la pandemia.
Sin embargo, después de ocho años, ella ha pagado cerca de $120,000 de sus préstamos estudiantiles, reduciendo sus pagos de $1,300 a $500 al mes.
“Ahora, tengo un pago que no se siente tan agotador emocionalmente cada mes”, dijo Maduro. “Todavía duele tener tanto dinero en deuda de la educación que sucedió hace ocho años, pero definitivamente no se siente tan emocionalmente intenso”.
Aunque Maduro se especializó en finanzas, sus agentes de servicio al cliente de préstamos fueron algunos de sus mejores maestros.
“Conocía a algunos de ellos por su primer nombre porque, con el tiempo, los llamaba a la misma hora y me atendían y decían, ‘Pues, esa realmente es una buena pregunta. Lo que puedes hacer es esto’”, dijo.
Ella tomó todo lo que aprendió y lo convirtió en una profesión. Maduro ahora trabaja en Lending Tree, ayudando a otros a administrar la deuda de sus tarjetas de crédito y sus finanzas personales. Ella dice que se asegura de decirles a sus clientes que una vez que puedan reducir su deuda hasta cierto punto, deben volver a invertir en su futuro.
Porque hacer esas inversiones personales les ayudará a largo plazo.
Recursos adicionales si necesitas ayuda
GreenPath brinda consejos para administrar su deuda durante la pandemia de COVID-19.
La Oficina de Protección Financiera del Consumidor (Consumer Financial Protection Bureau) ofrece información sobre cómo obtener un préstamo y consejos sobre cómo pagarlo.
Calcula tus opciones de pago con el simulador de Ayuda Federal para Estudiantes (Federal Student Aid).
Puedes leer la nota en inglés: Student Loans Weigh Heavily On Black And Latino Borrowers In North Carolina
Este artículo es parte de una serie colaborativa que examina el impacto económico del COVID-19 en las comunidades afroamericanas y latinas. La serie se produce a través de una colaboración entre WFAE, Charlotte Ledger, QCity Metro, y La Noticia. Cuenta con el apoyo de fondos de Facebook, el Fondo del Laboratorio de Noticias Locales de Carolina del Norte (NC Local News Lab Fund), Google, y los miembros de WFAE.