Translate with AI to

Era la media noche del cuando el padre de Aylan entró sigiloso a la pequeña habitación y lo despertó para comenzar a vestirlo. El pequeño pese a que aún no había cumplido los tres años, notó que su padre estaba algo nervioso. No era para menos, era la primera vez que su familia emprendería un largo viaje.

Aylan, pese al nerviosismo reinante, estaba algo entusiasmado con el viaje, su padre le había hablado del mar y de un lugar maravilloso al otro lado de la orilla.

Eran las tres de la madrugada cuando comenzaron a subir al bote, Aylan notó que había mucho silencio y que poco a poco la barca se llenaba de gente.

El bote se lanzó al mar en medio de la obscuridad. Las olas mecían a las familias, Aylan se sujetó del brazo de su padre mientras miraba a su madre abrazar a su hermano, un año mayor que él.

Súbitamente el mar arremetió contra la barca y tras una inútil lucha que se prolongó por varios minutos, la embarcación se volteó para el horror de todos sus ocupantes.

El padre de Aylan intentó salvar a sus hijos y a su esposa, pero todo fue en vano. La mañana llegaría para revelar un macabro escenario, los 11 inmigrantes sirios que intentaron emigrar a Turquía yacían muertos, solo el padre de Aylan sobrevivió.

La imagen del pequeño niño recostado inerte en la playa le dio la vuelta al mundo y se ha convertido en un símbolo del inconmensurable costo humano que tiene el fenómeno migratorio.

Cuatro años después la trágica escena se repitió, pero más cerca. El pasado autoridades mexicanas encontraron los cuerpos sin vida de Óscar Alberto Martínez Ramírez junto a su hija de 2 años, Valeria, en la orilla del río Bravo a unos kilómetros del puente internacional de Matamoros que une esta ciudad con Brownsville (Texas). La familia de origen salvadoreño llegó a la frontera con Estados Unidos, en donde pidieron asilo. Sin embargo se los mandó a México mientras su trámite era procesado. Tras varios meses de espera sin respuesta, el inmigrante en un acto desesperado trató de cruzar la frontera sin éxito.

Para Amnistía Internacional la muerte de la niña y su padre reflejan las fallidas políticas de los presidentes de Estados Unidos y de México sobre el flujo migratorio.

La inmigración es un tema polémico si se lo mira desde una perspectiva eminentemente política, pero este fenómeno social es parte del desarrollo de la misma humanidad, siempre ha existido y siempre existirá. Lo lamentable es que igualmente siempre habrá quienes se opongan a la llegada de los inmigrantes.

Sea refugiados venezolanos escapando de la persecución política y económica, o centroamericanos huyendo de las bandas armadas y las pandillas, o mexicanos dejando atrás la extorsión de narcotraficantes, o sirios evadiendo la guerra, o somalíes que buscan dejar atrás la miseria, mientras exista un padre de familia con el deseo de darle a sus hijos un futuro mejor, habrá inmigración.

Las naciones industrializadas, generalmente buscadas por los inmigrantes, están plagadas de políticos que usan el miedo y la ignorancia de sus votantes para cerrar las puertas a estos refugiados, esta estrategia seguirá funcionando mientras existan prejuicios.

No podemos darle la espalda a este problema, no podemos reducir a cifras un drama humano que cobra miles de víctimas. Mientras sigamos indiferentes, dolorosamente otros niños como Aylan y Valeria aparecerán en las playas del Mediterráneo, o en la orilla del río Bravo.

Periodista, editor, asesor, y presentador. De 2016 a 2019 el periodista más galardonado en Estados Unidos por los Premios José Martí. Autor del best seller: ¿Cómo leer a las personas? dbarahona@lanoticia.com

One reply on “Los pequeños niños inmigrantes que duermen en las orillas fronterizas”