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¿Un proceso electoral es amañado solo cuando pierde un candidato ultraconservador? Ese parece ser el mensaje de la Corte Suprema de Carolina del Norte, que contra toda lógica, bloqueó el 7 de enero la certificación de la victoria de la jueza demócrata Allison Riggs en las elecciones del 2024. Esto ocurre debido a las impugnaciones del candidato republicano, Jefferson Griffin, quien se niega a aceptar su derrota y se ha embarcado en la “democrática tarea” de descartar más de 60,000 votos.

Un mal perdedor, un problema para la democracia

En las elecciones generales de noviembre del 2024, Riggs se alzó como ganadora en una de las contiendas más reñidas del país, después de superar a Griffin por 734 votos de los más de 5.5 millones emitidos. Un recuento confirmó ese margen, y un segundo recuento, realizado parcialmente a mano, amplió ligeramente su ventaja.

Pese a los recuentos, Griffin se sumió en estado de negación y comenzó a cuestionar la validez de 60,000 votos emitidos en la contienda, argumentando que los formularios de registro de esos votantes estaban incompletos porque no incluían un número de Seguro Social o de licencia de conducir.

Por un lado, Griffin sostiene que no se puede garantizar la identidad de los votantes impugnados, mientras que los demócratas aseguran que no ha presentado evidencia de fraude en ninguno de los casos. Varios votantes cuestionados, incluyendo a funcionarios electos demócratas y los propios padres de Riggs, quienes han defendido públicamente la legitimidad de sus votos.

¿En Carolina del Norte la corte (no los votos) decide elecciones? 

La Junta Estatal de Elecciones rechazó previamente las acusaciones de Griffin, quien debía apelar ante la Corte Superior del Condado de Wake. Sin embargo, Griffin, como un firme creyente en las leyes, el debido proceso y la democracia, ignoró este proceso y decidió ir directamente a la Corte Suprema estatal para que descalificara los votos en cuestión. ¿Por qué lo hizo? Por la sencilla razón de que esa corte está dominada por una mayoría republicana.

El argumento legal de Griffin ya fue rechazado por la Corte de Apelaciones del 4° Circuito en octubre, afirmando que los votos son válidos y que las cortes estatales no deberían involucrarse. No obstante, el caso regresó a la Suprema Corte estatal tras la decisión reciente de un juez federal.

Finalmente, el 7 de enero, un día después del cuarto aniversario de la insurrección en el Capitolio (del 6 de enero del 2021), la Corte Suprema de Carolina del Norte, sin mayores argumentos más que la solidaridad con su copartidario, votó 5-1 a favor de detener temporalmente la certificación de Riggs como ganadora.

¿Qué sigue?

La Corte Suprema estatal estableció un calendario para que ambas partes presenten sus argumentos antes de finalizar enero.

¿Qué nuevos argumentos puede presentar Griffin más allá de su obsesiva pugna para enquistarse en el poder? No le conviene a nuestra frágil democracia que se decidan contiendas electorales en los tribunales, en lugar de las urnas. Tristemente, este es otro ejemplo del síndrome del “mal perdedor”, que está infectando nuestra política nacional y local. La cura es defender nuestro voto, y mantener alejados de cargos públicos a estos políticos maquiavélicos.

Periodista, editor, asesor, y presentador. De 2016 a 2019 el periodista más galardonado en Estados Unidos por los Premios José Martí. Autor del best seller: ¿Cómo leer a las personas? dbarahona@lanoticia.com