Las personas de vecindarios en Durham que fueron racialmente segregados a mediados de la década de 1900 tienen un mayor riesgo de COVID-19 que las personas en barrios que no fueron discriminados.
Así lo reveló un estudio de la National Community Reinvestment Coalition.
El estudio encontró que las personas en estos vecindarios predominantemente afroamericanos tienen más probabilidades de tener afecciones como presión arterial alta, asma y obesidad.
Estos problemas hacen que el coronavirus sea más mortal para ellos.
Datos adversos para minoría afroamericana
Casi la mitad de las 111 muertes por COVID-19 en el condado de Durham han ocurrido entre personas de raza negra.
Eso, a pesar de que los afroamericanos representan alrededor del 37 % de la población del condado.
En Carolina del Norte, el 29 % de las muertes han ocurrido entre personas negras, a pesar de que los afroamericanos representan alrededor del 22 % de la población del estado.
Discriminación en la vivienda, clave
Para Sterling Fulton, director de evaluación del Center for Black Health & Equity, una organización con sede en Durham, la respuesta es simple.
Pues estos riesgos desproporcionados son, en parte, una consecuencia de décadas de discriminación en la vivienda.
“A pesar de que la práctica de la redlining terminó formalmente hace 40, 50 años, con el tiempo lo que sucedió es un efecto dominó que ocurre a lo largo de generaciones”, explicó.
"En Estados Unidos, la propiedad de una vivienda es el activo más grande del que las personas pueden sacar para beneficiarse de una generación a la siguiente”, abundó.
Al comparar los mapas de redlining creados por Home Owners’ Loan Corp. (HOLC) en la década de 1930 y los mapas que muestran los puntajes de vulnerabilidad social actuales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, las conclusiones son evidentes.
El estudio muestra cómo los legados de la segregación han dejado a los vecindarios predominantemente de raza negra en todo el país sin el recursos de salud o estabilidad económica para mantenerse a salvo del COVID-19.
En la década de 1930, la HOLC creó mapas que asignaban calificaciones a los vecindarios en casi 250 ciudades estadounidenses en una escala de cuatro grados.
Iban de la A a la D, de "Mejor" a "Peligroso".
Solo los vecindarios blancos recibieron calificaciones A y B; los vecindarios donde vivían personas de color recibieron calificaciones C o D.
En esos vecindarios, a los negros y a otros residentes de color se les negó sistemáticamente el crédito desde la década de 1930 hasta la aprobación de la Ley de Vivienda Justa en 1968.
En desventaja económica por la discriminación racial
La imposibilidad de comprar y generar valor en las viviendas, junto con la discriminación en el lugar de trabajo que los mantuvo en trabajos mal pagados, dejó a los residentes de esos vecindarios en desventaja económica.
Algo que agrava una serie de factores de riesgo de COVID-19.
Las personas en áreas económicamente desfavorecidas tienen más probabilidades de trabajar en oficios de bajos salarios que no pueden hacer desde casa.
Además de tener más probabilidades de vivir en viviendas más densas y con más probabilidades de tener condiciones de salud preexistentes debido a la falta de acceso a alimentos saludables, ejercicio, y atención médica.