Los niños pueden llegar a herir con palabras debido a que es posible que no alcancen a dimensionar el poder de ellas. Es por eso que durante la infancia, una etapa crítica en el desarrollo de un menor, los maestros son una de las figuras de autoridad claves.
La docencia es una de las profesiones más gratificantes, el hecho de transmitir tu conocimiento, educar e instruir a futuras generaciones no tiene precio.
Así lo demostraron Manuel Ortega, de 37 años y Borja Velázquez, de 36, dos maestros que asistieron al colegio público de Primaria Virgen de Sacedón en Valladolid, España, vestidos con falda para darle una lección a sus alumnos a través de la ropa.
Un día antes de la poco ortodoxa lección, Ortega escuchó en su salón de clases que uno de sus alumnos profirió un insulto homofóbico a otro por el hecho de portar una sudadera con dibujos de animé. El chico agachó la cabeza y optó por quitarse la prenda.
Alarmado tras presenciar el incidente, Ortega acudió ideó el uso de la falda para enseñar que la ropa no define nada de una persona y que todos somos libres de vestir como queramos. Borja, jefe de estudios, decidió apoyarlo por completo y hacerle segunda.
Ortega, que se vistió con el peto tipo falda azul, explicó que los niños no entienden la trascendencia de sus palabras, por eso decidió poner manos a la obra para erradicar los prejuicios infantiles, muchas veces aprendidos de mala forma en casa.
Velázquez, que optó por la falda tipo escocesa, aseguró que el objetivo de la dinámica fue “enseñar que hay que cambiar y que las palabras hacen daño”.
Durante la plática con sus alumnos, los profesores explicaron a sus alumnos que los hombres pueden vestir de rosa y cortar el cabello en un salón de belleza, como las mujeres pueden vestir de azul y laborar en un taller mecánico, pues la ropa o las actividades no tienen género.
Los docentes aseguraron que después de la charla, sus alumnos mostraron cambios como más respeto por las cosas que no son de su agrado y consiguieron que se pidieran disculpas sinceras por insultos.
Esto es “la punta del iceberg”, afirman, y debe complementarse con más acciones.