Al igual que en este 2020 con la pandemia de coronavirus, varias enfermedades han azotado a la humanidad a lo largo de la historia. Como la poliomielitis o parálisis infantil contra la que se luchó en Carolina del Norte en la década de los 40 y se salió adelante gracias al “milagro de Hickory”.
En 1944, una grave epidemia de poliomielitis (parálisis infantil) se centró en el Valle de Catawba. Debido al brote de la enfermedad, se llenaron las instalaciones del Charlotte Memorial Hospital y un hospital ortopédico en Gastonia, por lo que se tuvo que recurrir a trasladar de emergencia a los afectados a Hickory.
El “milagro de Hickory” fue la eficiencia y rapidez con las que se instaló el hospital en medio de la crisis. El nuevo centro médico comenzó a funcionar en una estructura de piedra que se ocupaba para un campamento de verano.

La decisión de instalar un hospital en Hickory se tomó un miércoles al mediodía y el sábado por la mañana, 54 horas después, la clínica ya estaba recibiendo a los primeros pacientes.
Ciudadanos de Hickory, héroes en la construcción
El Ejército de Estados Unidos apoyó con carpas médicas que se utilizaron durante todo ese verano junto a varias estructuras de armazón adicionales que se construyeron.
La organización March of Dimes, ayudó con médicos y más de 500 mil dólares para el hospital. Por su parte, La Cruz Roja Americana aportó cientos de enfermeras, que durante la crisis se hospedaron en el Hotel Hickory.
Personal médico especializado e investigadores de todo el país acudieron al Hospital de Hickory. Universidades como Yale , Johns Hopkins y Bowman Gray tenían equipos trabajando en la clínica.
Gran parte del éxito médico de Hickory se debió al uso de los tratamientos de la hermana, Elizabeth Kenny, que sustituyó métodos como terapias térmicas, masajes e hidroterapia por inmovilización y entablillados.
Con más de 500 enfermos atendidos, el hospital se hizo famoso en todo Estados Unidos y Hickory recibió el nombre como “la ciudad de la poliomielitis”.