Cuando solicitas una hipoteca, el prestamista te otorga una cantidad de dinero para comprar una vivienda. En contraparte, te comprometes a devolver el préstamo con intereses a lo largo de varios años. Los préstamos hipotecarios suelen estar estructurados de manera que cada pago mensual cubra una parte del capital (el dinero que pediste prestado) y otra del interés acumulado. Sin embargo, no todas las hipotecas son iguales.
Cuando solicitas una hipoteca, una de las decisiones más importantes que debes tomar es el tipo de interés que mejor se adapta a tu situación. Existen dos tipos principales: las hipotecas a tasa fija y las hipotecas a tasa ajustable (ARM). Cada una tiene sus pros y contras, dependiendo de tus necesidades financieras y las tendencias del mercado.
Aquí te explicamos cómo funciona la hipoteca a tasa fija, para que tomes una decisión informada.
Hipoteca a tasa fija: estabilidad y predictibilidad
Una hipoteca a tasa fija tiene una tasa de interés que se mantiene igual durante todo el plazo del préstamo, lo que significa que tu pago mensual será constante, aunque la proporción de pago entre principal e intereses cambie con el tiempo. Esta estabilidad hace que sea más fácil planificar tu presupuesto mensual, ya que sabes exactamente cuánto tendrás que pagar cada mes.
Ventajas de la hipoteca a tasa fija:
1. Protección contra alzas de interés: Si las tasas de interés aumentan, tu pago mensual no se verá afectado.
2. Predecible: Ideal para quienes valoran la estabilidad y prefieren evitar sorpresas en sus pagos.
3. Fácil de entender: A diferencia de otras hipotecas, no hay cambios complejos en los pagos o términos.
Desventajas de la hipoteca a tasa fija:
1. Pagos iniciales más altos: En períodos de tasas altas, podrías tener dificultades para calificar o afrontar los pagos iniciales, ya que suelen ser más altos que los de una hipoteca a tasa ajustable.
2. No se beneficia de la caída de tasas: Si las tasas de interés disminuyen, seguirás pagando la tasa acordada, a menos que optes por refinanciar, lo que implica costos adicionales.
Ejemplo de cómo funciona:
Supongamos que tienes una hipoteca de $100,000 a 30 años con una tasa del 6 %. En este caso, tu pago mensual será de $599.55, y aunque este monto no cambiará, la proporción destinada a intereses y capital variará.
Aquí un ejemplo de los primeros tres pagos:
Pago | Capital | Intereses | Saldo del capital |
1 | $99.55 | $500.00 | $99,900.45 |
2 | $100.05 | $499.50 | $99,800.40 |
3 | $100.55 | $499.00 | $99,699.85 |
Las hipotecas a 30 años son las más populares por sus pagos más bajos, aunque terminas pagando más intereses a lo largo del tiempo. Si eliges un plazo más corto, como 15 o 20 años, pagarás menos en intereses, pero tus pagos mensuales serán más altos.