Casi todo lo que puede salir mal en tu emprendimiento saldrá mal, pero entre las peores cosas que pueden ocurrir, es discusiones acaloradas entre los fundadores de la empresa sobre quién trabaja más, quién tiene más o menos acciones, de quién fue la idea original, etc. Es por esto que la prioridad a la hora del reparto del patrimonio de la empresa debe ser la percepción que éste se realizó de forma justa entre los socios.
Cada circunstancia y plan de los socios es diferente, y una variable importante a tener en cuenta es los riesgos y las contribuciones que realiza cada socio. Por ejemplo, un socio que tenga la intención de renunciar a su trabajo de tiempo completo para dedicarse enteramente al emprendimiento, está asumiendo más riesgos que un socio que solamente planea colaborar en sus tiempos libres fuera de su trabajo.
Aunque es normal colocarle una gran importancia al socio al que se le ocurrió la idea del negocio, ésto no debe ser el factor fundamental para decidir cómo dividir la empresa. Las contribuciones y el trabajo detrás deben tomar más importancia que el concepto, y aunque muchas veces la persona con la idea es también la que más trabajo ha puesto, esto no es siempre cierto.
Es también muy común que los socios sean familia entre ellos, o amigos bastante cercanos, lo cual puede resultar en algún momento problemático, ya que no se quiere herir los sentimientos de personas cercanas, ni mucho menos romper lazos. Es por esto que es fundamental separar las emociones al momento de sentarse a analizar la división accionaria de la empresa.
Al final, dividir el patrimonio de la empresa puede que sea la parte más difícil que vayas a realizar como parte del grupo de fundadores. Muy probablemente vaya a tocar herir sentimientos, y tener que vivir con las consecuencias. Aún así, si mantienes en mente los puntos previos, podrás estar tranquilo de haber realizado el esfuerzo de haber sido lo más justo posible.