Nathaniel Jones se encargó de abrir la primera estación de servicio propia para afroamericanos en Carolina del Norte.
Y también de heredar a su nieto Chris Paul una fortaleza mental a prueba de huracanes, misma que lo llevó a convertirse en una súper estrella de la NBA.
Recién CP3 llevó a los Suns a su primera Final de Conferencia en 10 años a pesar de sus 36 años cumplidos.
Porque a esa edad, la mayoría de los basquetbolistas se encuentran alejados de las duelas.
Quizás podando el pasto de la lujosa casa que pudieron adquirir con los elevados sueldos de la NBA o como comentaristas de algún canal de televisión.
Pero ese no es el caso del nacido en Winston-Salem, Carolina del Norte, quien pese a ver más cercano el retiro que el Draft de 2005 cuando fue seleccionado, posee un espíritu inquebrantable que le hace soñar con su primer título a pesar de su veteranía.
Con su abuelo como inspiración.
“Fue el hombre más trabajador que he visto en mi vida”, escribió Paul hace unos años en The Players Tribune.
“No era un simple obrero”.
“Todos los días, vestía el mismo atuendo. Camisa de trabajo azul claro, pantalones de trabajo azul oscuro, trapo rojo colgando de su bolsillo trasero, ‘JONES’ cosido en rojo en el bolsillo del pecho”.
“Si vivías en Winston-Salem y necesitabas un tanque de gasolina o un carburador o simplemente una conversación, era ir a ver al Sr. Jones”.
Nathaniel Jones impulsó a Chris Paul a ser cada vez un mejor jugador, pero sobre todo, una mejor persona.
Por lo que cuando fue asaltado y asesinado en 2002, una parte del hoy emblema de los Suns, murió con él.
Su muerte ocurrió solo una noche después de que Jones y Paul fueran a un juego de futbol americano del equipo de Wake Forest University, a la que recién había ingresado CP3.
El hermano de Paul lo llamó y solo le dijo que su abuelo no estaba bien.
Y que mejor llamara a su madre.
Paul se estremeció y mientras corría a su auto, un primo lo interceptó.
—Papá está enfermo, tenemos que…
—No, lo asesinaron.
Fue el diálogo que tuvieron y que cambió para siempre la vida de Chris Paul.
“No le creí, alguien debe estar confundido. Nadie mataría a mi abuelo”, pensó Paul.
“Eso es una locura. Es imposible. Ha habido algún tipo de error o algo así”.
Subieron al auto y el exjugador de Hornets, Clippers, Rockets y Thunder pisó el acelerador.
Y de pronto, las luces de la ambulancia y las sirenas le confirmaron la desgracia.
“Todavía no lo creía”, contó.
“Estaba corriendo y corriendo y luego mi tío me detuvo, y me envolvió en un gran abrazo”.
"Todo lo que vi fue la sábana blanca sobre mi abuelo, justo en el piso del garaje”.
Algunos adolescentes atacaron al abuelo de Paul cuando salía de su auto.
Lo ataron y le taparon la boca con cinta adhesiva para que nadie pudiera oírlo.
Le quitaron el dinero y lo dejaron allí.
No podía respirar y su corazón dio un vuelco.
“Mi mejor amigo. Mi chico. Se había ido”.
Paul es actualmente uno de los escasos 13 jugadores nacidos en 1985 que aún se mantienen vigentes en la liga del total de 78 que formaron parte de algún equipo de la NBA.
Motivado por el deseo de conseguir su primer campeonato, tiene a Phoenix a solo ocho triunfos de lograrlo.
Y quizás, en algún lugar Mr. Jones esté sonriendo orgulloso de verlo.
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