El argumento más frecuentemente usado por quienes promueven las leyes antiinmigrantes es la economía. Gente como Donald Trump cree que los inmigrantes quitan empleos, consumen dinero de los contribuyentes y por tanto son un lastre para la economía. ¿Es esto cierto? ¿Cómo se afectaría la economía de un país si se reduce radicalmente la inmigración? La reciente historia económica de Japón puede responder estas preguntas.
Después de la devastación de la Segunda Guerra Mundial, en donde además sufrieron la detonación de dos bombas atómicas, Japón empezó una lenta etapa de recuperación.
En la década de los años 70 Japón comenzó a sorprender al mundo con sus innovaciones tecnológicas. En los 80 se hablaba del “milagro económico japonés”, empresas como Nintendo, Toshiba, Sony, o Toyota eran sinónimos de innovación tecnológica y calidad.
En el pico de su crecimiento Japón comenzó a endurecer paulatinamente sus leyes migratorias y a partir de los años 90 el número de inmigrantes cayó a niveles históricos.
Hoy Japón tiene la tasa de inmigración más baja del mundo desarrollado (1.6 %). ¿Mejoró su economía? Curiosamente en la década de los 90 este país experimentó un estancamiento económico.
Existen dos formas de migrar a Japón: con una visa profesional que incluya un contrato de trabajo, y casándose con un cónyuge japonés. En el primer caso, si una empresa quiere contratar a un extranjero, solo podrá hacerlo si tiene un título universitario en un área tan específica, que sea prácticamente imposible de encontrar en el mercado laboral japonés.
Ante la imposibilidad de migrar a Japón, y ante el recrudecimiento de leyes antiinmigrantes en el 2009 y 2012, este país comenzó a experimentar escasez de trabajadores y con ello consecuencias económicas. En enero de este año la producción industrial de Japón cayó un 6.6 %. Pero existe un problema más grave.
Japón es el país con la población más anciana del mundo, el promedio de expectativa de vida allí es de 83.8 años. En contraste tiene una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, 1.46 hijos por mujer en edad fértil. La tasa de crecimiento demográfico es de -0.1 %. En el año 2016 su población cayó en 315,000 personas. El resultado: Pocos jóvenes se integren a la vida laboral, no hay dinero para cubrir los servicios sociales, por tanto, suben los impuestos y el déficit fiscal. Japón es el país más endeudado del mundo. Su deuda equivale a dos veces su Producto Interno Bruto.
En general la tasa de creación de empresas de la población inmigrante es entre dos y tres veces más altas que la población local, en parte porque los inmigrantes no son ajenos a la idea de los riesgos y su proceso de adaptación a una nueva cultura genera la innovación. ¿Cómo le va a Japón en innovación?
¿Conoce grandes empresas estadounidenses creadas en los últimos 20 años? Nombres como Amazon, Google, Facebook, Uber, WhatsApp, o YouTube, pueden venir a la mente (muchas de ellas fundadas por inmigrantes). Ahora, ¿puede nombrar cinco grandes empresas japonesas creadas en el siglo XXI?
Japón es el país con la menor tasa de emprendimiento del mundo. Solo un 7 % de su población se aventura a crear un negocio. Los japoneses promedios sueñan con trabajar en grandes corporaciones, pese a que tienen los horarios más largos y las vacaciones más cortas de entre los países que forman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Los números no mienten, los inmigrantes no deben ser vistos como un problema que hay que frenar, sino como una oportunidad para crecer.